lunes, 9 de febrero de 2009

Inclusive

Los deseos inexplicables, los viajes de vuelta, las idas, los regresos a los lugares que no pertenezco, acaso hay un proyecto de vida concreto, de planear el futuro a pasos agigantados, a sueños que sabes que no cumplirás... A historias que terminan no con un final dulce, ni amargo, solo un final, un paso más de la persona con la que acabarás tomando un café en cinco, diez años, sentados el uno frente al otro, sin el valor de decirle que fue real, que despertaste una mañana sintiendo que había muerto una parte de ti sin darte de cuenta de que habías olvidado lo que era querer con la ilusión y la esperanza de la primera vez. Luego te encuentras apalancado en tu vida, con la sensación de que todo lo que puedas aprender ya no te servirá de nada. Para cada cosa existe su tiempo, excepto para el querer, que se va haciendo más egoísta, más perecedero y más distante, sin saber que se te escapó la hora de poner todo tu empeño en elegir cada pequeño detalle, en memorizar cada mueca, en averiguar si es de verdad. A veces los veo, pero a mi no me corresponde jugar a tomar decisiones sobre otras vidas. Lo que tiene que ser, podrá ser y podrá evaporarse hasta provocar el más terrible pesar, ser consciente de que nunca podrás vivir ese momento.

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