viernes, 7 de noviembre de 2008

Veladas con humo

La ignorancia de la felicidad; desde pequeña tengo una utopía en mente con imágenes tan reales, casi palpables en el aire, de materialismo puro subvencionado por alguien desaparecido en mi memoria. De tantas otras veces que por las noches me dormía con planos y técnicas exquisitamente construidos en mi imaginación, hoy me siento en el sofá con una maravillosa embriaguez, un poco flotando entre tiempo y espacio, un poco paralizada, diluyéndome con el entorno y una buena melodía de jazz; un sonido limpio, místico. Y luego me pregunté por qué me dejaba llevar por el olor dulzón y sin sentirme parte de mi cuerpo. Extendí las manos, resbalando con las uñas por la mesa, jugando con superficies diferentes. No había descubierto esto, el tiempo pasaba absorbiéndome en el piso y haciendo que mi actividad neuronal fuese retrasada. Además de eso, los ojos no atravesaban más que uno o dos metros por el suelo y sólo recordaba cosas muy rebuscadas. No tiene que tener sentido, ¿para qué? Estamos hartos de buscarle sentido a las cosas, yo al menos. Solo que quiero ignorar el hecho de que ya no estás, el de sentirme tan sola, el de buscar un sustituto de tus gestos, de tus frases, de las caricias que ya no espero; créeme, me he abandonado al hedonismo por huir de la normalidad. Ahora tengo un montón de interrogantes y aspectos que aclarar. Volveré a proclamar mi lista de pesadillas. Sin embargo, no puedo pedirle a nadie que se quede compadeciéndome por otra derrota más... He perdido demasiado tiempo intentando saber demasiado.