martes, 24 de noviembre de 2009

Morir soñando

Lo siento; por no mostrarme la perfección echa piel inmaculada cubriendo huesos, porque me exime de mostrarme en desnudez ante miles de ojos, que me adores y me odies, por mi pobre y apagado parecer sin colorido. Sé ser imperfecta, matarme lentamente a cada segundo que expira, es una rutina, levantarse, tocar el frío, sentir el humo espeso en la garganta, preparar el té, mirar asfalto, olor a papel cuche, la luz del sol reflejando el polvo de las cortinas, otro fin sin medios.
Entonces despierto y miro la fecha: han pasado muchos días, demasiadas horas, miles de segundos pero, es como una espiral girando desde la cabeza a los pies. Me pregunto cómo he llegado hasta este límite. Me pregunto todos los días si cada instante me aleja más de todo o me acerca al punto de partida.
Me inclino de nuevo, todo lo que he soñado es real. Perdura un sabor amargo y me devuelve el reflejo; piel demacrada, pelo lacio, lágrimas.
Cuándo acabemos, ella y yo, seremos un rastro marchito de todo lo que un día arrebataste. Ella en el recuerdo, y yo en mi presente, soñando despierta con algo diferente, como siempre, viendo como cada segundo me aleja más de ti y me acerca más al fin.