Me voy a diluir en la oscuridad hasta que cada milímetro de mi cuerpo se consuma y tan solo queden cenizas de ese fuego que un día me envolvió.
Voy a golpear con súplicas indecentes oídos ajenos, palabras que jamás soñaste que saldrían de mi boca.
Y entre mis piernas voy a formar un camino de espinas.
Porque los cien pedazos de músculo y las mil gotas de sangre que hay aquí tendidos en el suelo aún quieren palpitar al ritmo de tu respiración.