martes, 4 de mayo de 2010

Las muñecas cosmopólitas

Seguimos siendo Cenicientas, pero no perdemos nuestros zapatitos. Ni siquiera nos dejamos la ropa interior, porque sabemos que lo más probable es que no aparezca nunca jamás.

- Pensé que me había desecho de ellas en mi infancia, que en la vida real no habría doncellas desvalidas a las que prestaría servicio y las haría felices para siempre un príncipe azul, pero siguen ahí, cada vez que abro una revista, cada vez que me miro al espejo después de arreglarme, la piel depilada, casi de plástico, las pestañas rizadas y negras, las mejillas sonrosadas...
- La sociedad impone esos cánones, las mujeres...
- No digas esa palabra, somos otra cosa: muñecas, con carrera, con cuenta corriente, con zapatos caros, con un coche grande, con niños perfectos, sabemos a medicamento y olemos a flores artificiales.
- Los zapatos de cristal deben de ser muy incómodos.
- De ahí que hoy sean de metacrilato.