domingo, 25 de mayo de 2014

Siempre, mi buen amigo

Recuerda, camarada, el frío insolente.
El frío al salir de tu casa, mientras la ciudad se despierta.
Sacaba un cigarrillo y volvía a cruzar otras dos calles más.
Llegaba a mi hogar en ruinas y me metía en la bañera.
A borrar tus huellas. A recordar cómo palpitaba bajo tus dedos.
Y como pedía más y más, mordiéndome los labios.
De nuevo se me encogía el estómago

Pasamos aquel invierno, en esa cama.
Demasiado grande para uno, demasiado pequeña para dos.
Te dije al despedirme, al escabullirme de entre tus brazos, que te querría por siempre.
Y siempre te he querido. Y siempre me he acordado de ti.

Y siempre te echaré de menos.
Aunque te encuentre en otros ojos, menos verdes.
En otras manos, menos delicadas.
Otra piel, menos cremosa.
Otro sabor, menos dulce.

Daría todo, por volver cuatro años atrás, a aquel invierno.
Enredar mis dedos en tu cabello.
Susurrarte que nunca y siempre seré tuya.
Y volver a despedirme.