Ya no puede más. No quiere.
Somos conscientes de que el tiempo pasa; lo cual no es una ventaja, porque vivimos más en cualquier otro sitio que en el segundo de ahora mismo. Si lo único presente que nos queda son los pensamientos dedicados a mañana o a ayer ¿para qué estamos aquí y "ahora"?
Ella no puede seguir pensando en el pasado; los portazos eran ensordecedores.
Y de mañana, ella... No puede decir mucho. Porque cada día la intentan abatir. Cada día la da un poco más de miedo salir de casa, cada día le cuesta más escribir, cada día le duele más sentirse sola. Y así sigue. Pero no quiere.
Ella no. Yo tampoco. Me niego a seguir llorando.