viernes, 20 de agosto de 2010

Quizás, agonía

Se pierde prenda a prenda.
La paciencia primero, luego la compostura, la siguen los zapatos y finalmente la ropa interior.
Y las manos pierden el control.
Y el vientre se sacude.
Y la espalda se arquea.
La pasión entre pasiones, el pecado para los divinos, el pan y el vino para los pecadores.
La carne como flores escarlatas, el cuerpo desarmado.
El olor dulzón y el sabor salado.
Meciéndose dulcemente en un mar de sabanas, deslizándose por las caderas.
En un instante.
Se gana (casi) todo.
De nuevo prenda a prenda.



Y yo, muy impaciente.