viernes, 6 de febrero de 2009

En blanco

Lo sentí, ligero, místico, deslizándose por mi garganta. He probado tantas cosas...
Me he divertido cómo, dónde y con quien he querido. En suma me lo he pasado bien.
Sin embargo, me encuentro perdida en ése al que llamo mi paraíso particular, creado por mi mano y mi gracia, ése que me tiene encerrada y sin huecos por dónde escapar a la realidad. Es como un cuchillo que abre la carne, la sangre brota salvajemente y pierdo la noción de lo que me rodea, las paredes se caen, el aire es denso y me cuesta concentrarme lo suficiente para darme cuenta de la salida de esta cárcel mental que llevo diseñando, a prueba de toda esperanza, durante toda mi existencia. La soledad me tranquiliza en determinados momentos como lo hace el alcohol, enturbia las voces y calma el cuerpo, me hundo en el sofá e imagino miles de historias sin sentido alguno, son maravillosas pero jamás serán verídicas, tenía que llegar el momento de odiarme por soñar en clave.
En realidad puede que lo único que pase es que te echo de menos de una manera demasiado cruel. Y me cuesta enfrentarme a la verdad: que ya no estarás más.
Da igual, vendrán otros y los habrá mejores. Al fin y al cabo soy un encanto, una niña mimada, he probado tantas cosas... Sé que no es suficiente.

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