lunes, 21 de febrero de 2011

Otra típica historia de amor

Sé que no recuerdas dónde empezaba la tinta en mi cuerpo, ni de cómo me gusta el café, ni de mi libro favorito o el lugar al que quería que fuéramos de viaje.
Ni de las manías que tanto me caracterizan.
No había un motivo para memorizar esas pequeñas cosas.
No era suficiente tener buenas intenciones o preguntarnos qué podía haber sido.
Y después de tanto tiempo ya ni siquiera recuerdo tu olor.

Sólo me queda el tacto rudo de tus manos, que se desvanece poco a poco.

Y me siento feliz.
Porque conseguí poner el punto final.

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