A punto de que todo lo inunde el aroma de la primavera, me siento a mirar si el césped ya va cambiando de color. Una pareja discute; ella usa innumerables veces el término nosotros, y él parece aburrido.
Se me antoja familiar.
En otro año, en otro mes, en otro sitio.
Ella le mira enfadada, y él cierra los ojos.
Y se asoma una pequeña sonrisa al borde de mi boca.
Me imagino lo que piensan:
- ¿Has contado los lunares de mis piernas?
- ¿Has contado tú los besos que he puesto en ellos?
Pero yo sé que mis piernas no son tan largas.
Y así no.
No compensa.
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