miércoles, 27 de junio de 2012

Mientras mi gato duerme

Primero se lame a conciencia el lomo y luego se pasa las patas relamidas por el morro, con los ojos entrecerrados, echándome un vistazo de vez en cuando, se enrosca, suspira y así se queda, en la esquina de la cama, sobre "su" manta personal.

De vez en cuando se levanta mirando el techo y cantando, otras intenta cazar mis pies, otras viene a pedir mimos y algunas veces, simplemente, a morderme y salir corriendo (sobre todo cuando estoy profundamente dormida, vaya cosa más divertida).
Juega al pilla pilla, es un excelente ladrón de embutido cocido, amasa mis rodillas cuando se despierta y le gusta tanto que le cepillen que acaba poniéndose nervioso.

Hay personas de las que no sé ni la mitad de cosas y se creen que son más importantes.

Hace falta convivir para crear amor.
Hace falta cuidarse para mostrar ese amor.
Y hace falta saber enfadarse y hacer las paces para hacerlo para siempre.


He llegado a la conclusión de que muy pocos humanos saben convivir.

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