En una noche fría, el fuego se consumió con avidez.
Ya a oscuras, los contornos se disolvieron.
Sólo el tacto quedaba para encontrarse.
Consolarse.
Pero se alejaron cada vez más.
Hasta morir helados.
¿De qué sirvió el miedo?
¿Ganaste acaso batalla alguna a su lado?
Empobrece a ambos bandos.
A los que se amaron en cuerpo.
A los que se apetecieron en alma.
A los que echaron cadenas al tiempo.
En otra vida tal vez, llegue a esquivar esa piedra.
Pero por hoy, que me lapiden.
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