miércoles, 2 de agosto de 2017

Dedicado a Angel (y su perro Tobías)

Hoy pensaba en ese sofá negro.
El confidente de lo que fui.
Salvaje y dulce.

Hoy te soñé. 
Estábamos sentados con una ronda más.
Y yo te contaba que necesito gritar.
Mi cuerpo se deslizaba por el sofá.
Y revivía cada una de esas tardes.
Las que duraron tres años, y dos más.

Te echo de menos, Angel.
A tus consejos.
Tus canas y tus fotos.
Se me hace un nudo en la garganta.

Ahora me encuentro aquí, en otro sofá.
No sé por cuánto tiempo, no sé por cuántos silencios.
No me duele nada, de verdad.
No sé si es bueno o no.

Ya no sé ser salvaje.
Ya no sé ser dulce.
Ya no sé ser nada....

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