Una hora.
Tres.
Insomne total.
Unas caladas.
Miro las dormideras blancas, pequeñas, en su blister.
Sólo una no es suficiente.
Pero no me atrevo a tomar más.
No quiero volver a ese bucle infinito.
Así que mientras, fumo y espero.
En paquete azul y a veces en verde.
Con mi cuerpo dolorido.
Echándote de menos. Echándote de más.
Tu olor me calmaba como el opio.
Y el rodeo de tus brazos y piernas me fijaba en la superficie.
Ahora flotamos en un mar de dudas.
Dando vueltas en la cama.
Casi prefiero que desaparezcas.
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