Muerdo fuerte sin darme cuenta.
Pido que me agarren fuerte.
Que me llenen más y más fuerte.
Que me azoten fuerte.
Me acaricio, mirándole a la cara.
Advirtiendo que no me rompo.
Que intente romperme acaso.
No se lo esperaba.
Parece que soy tan inocente.
Aprieto mis labios y resoplo.
Me tiemblan las piernas.
Se me arquea la espalda.
Y siento que voy a estallar.
Mi vientre se contrae.
Unos segundos que desaparezco del mundo.
No hay droga que se compare con un orgasmo.
No hay nada mejor que verte reflejada en sus ojos.
Y verle perderse al mismo tiempo.
Y suspirar satisfechos.
Y abrazarse cómplices.
Con el sudor del otro en la piel.
Desnudos en cuerpo y alma.
La forma más inmediata de amor caduco.
Pero puro en aquellos minutos.
Siempre querré más.
Nunca será suficiente.
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