lunes, 14 de abril de 2008

Los puntos suspensivos

Me va a reventar la cabeza. Y ella me llama vaga. Por soñar, por relamerme las heridas. Pero a las cuatro de la mañana, mientras pasa su fase REM soñando "asaberconquétampocomeimporta", yo me froto los ojos suspirando de angustia, ¿cúanto, cuándo duermo? Si bien acabo de conectar correctamente las neuronas. Depresión por soledad, ¿a qué coño viene eso? Con Madeleine Peyroux eso es imposible. Hace algún tiempo escribí en un cuaderno un confuso disparate, como memorias de un pasado mejor. Ahora, unas hojas más adelante, confío a tinta negra la lista de las elecciones de los cd's que tenía acumulados, escuchados con anterioridad de forma religiosa. Voy despidiéndome de la carga, los guardo con su nombre mal rotulado en una especie de maletín para futuros usos. Demasiadas cosas que hacer y tan poquitas ganas de hacerlas... Tengo mis escritos a punto. Él ya sabe de que escritos hablo. ¿Querrás saber lo buena chica que fui hasta ahora? No me imagino más. Me dormí unas siete horas, desayuné mirando por la ventana y me fumé un cigarro tras otro antes de meterme a la ducha. Él ya sabe lo que pasa a continuación. Tengo cinco días justitos...

1 comentario:

Ego dijo...

Si tienes cinco días, ya tienes más que el 90% de la población.
Date con un canto en los dientes.
Y haz un ejercicio de concentración: estira las comisuras.
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