martes, 8 de julio de 2008

Noches de verano

Y como tenía que pasar, como bien temía. Aún no tengo las palabras precisas que voy a decirte, que si debo callarme y dejar que sigas tus pasos en silencio sin mis risas... Que si debo hablar por lo bajo, con la mirada tímida, con las pupilas dilatadas como cuando siento ese cosquilleo que me tira de la camiseta y trata de darme valor. Que si es demasiado tarde o simplemente nunca hubo un principio. He bebido de bocas voraces, pero nunca me han acariciado el corazón. No te echo de menos si no sé ni como echarte de más, que no hay nada... Pero me mareo, reconozco el sonido y tiemblo, y lleno mis pulmones de falso optimismo a cada calada, luego, en esa realidad tan absurda, vuelvo a estar como siempre; sola. Sola, sola, sola...
Por eso aún no sé nada. Que las noches de verano son de terraza, de dormir solo con sábanas, de derramar botellas en algún parque, de pelo reseco por la sal y la piel dorada por el sol, de gente, de cotilleo, de alegría, de vida, de besos con sabor a tinto con limón...
De que me prende de ellos y no quiera soltarlos hasta que acaben conmigo. De que quiera querer... No sé bien porqué. No sé bien a quien. Aunque intuyo que estas noches de verano no serán lo mismo, porque sé muy bien, lo sé, que maldito tú, que te vas a llevar mis noches tan lejos como te marches...

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