lunes, 28 de julio de 2008

Tiempo al tiempo

Me he metido en la inestabilidad estable, donde los martes son mejores que los sábados, donde en vez que cambiar creciendo, crezco sin enterarme de en qué cambio, dónde los deseos se han convertido en vicios y los días pasan como si se marcharan para no volver. No aspiro a más que lo que veo para tener, para vivir. Para aburrirme de los buenos ratos y ser indiferente ante los que son amargos, tragos empalagosos que ya he probado, besos que ya he sentido, escalofríos a cámara lenta y las sábanas oliendo al mismo detergente, la piel con el mismo regusto salado, las manos igual de ágiles y ociosas. Quiero temblar, que mis regresos sean tan intensos como mis idas, que me claven la mirada y hagan parar este tiempo que cabalga tan deprisa... Incluso sentirme torpe ante las miradas de evaluación, golpes de ingenuidad contra la picardía. Descubrir esas mañanas aún dormida rebuscando una taza en el armario y que de repente, me acuerde de algo que me sacuda el cuerpo entero... 

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