jueves, 10 de mayo de 2012

Y me regaló flores

...y sonreí como una tonta.

Ya marchitadas, no volví a verle.

No hay una fórmula concreta para salir victoriosa de las batallas, pero si me preguntan por los pasos, diría que fuesen siempre francos, se ahorran mucho en la factura del teléfono.
Y si dicen siempre la verdad, por muy dolorosa y molesta que sea, seguirán siendo juzgados, incluso estarán más solos que la gente que miente, piadosa y concienzudamente, pero al menos, les dará igual.
Si tienen un credo, un ideal, una postura, asegúrense, a base de millones de preguntas y búsquedas enciclopédicas que son ciertas y acordes a su persona, y por su puesto, sepan defenderla.
Cuenten a sus amigos con los dedos de una mano y entérense de cuán amigos son: que se olviden de tu cumpleaños no es un despiste, es mala educación o que les importas un pimiento.

Lávense los pies.
Y no acepten flores. Las joyas duran mucho más, por algo Marylin las prefería.

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