martes, 8 de octubre de 2013

Memoria

Es posible que al pasar los años, uno se va dando cuenta de lo efímero que es el amor.

Yo odié los labios que besé incontables veces.
Vi la desesperación.
Probé la miel de esas flores que solo se abren por la noche.
Me acerqué al final.

Me miran, como si otra vez supiesen a qué atenerse.
Todas las mañanas recibo mi absolución.
El mirar, callada, la forma que tiene de sujetar las cosas con los dedos, como si fueran a romperse, me tiene fascinada.

Y os voy a decir una verdad:

Yo no sé hacer desaparecer el dolor.
Pero sé besar las cicatrices.

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