La noche cae y nos mantiene despiertos.
A los que creemos en esa religión tan peculiar.
Porque a veces no sueño suficiente en esa cama.
Y me apetece ponerme otra cara.
Mi interior está dividido en lo que era, lo que soy y lo que quiero ser.
No sé si me entiendes.
La normalidad está bien.
Casi siempre.
Salvo cuando me doy cuenta de que todo es normal menos yo.
Y ahí quiero salir corriendo.
Porque allí me encuentro salvaje.
Artificialmente feliz.
Un poco menos yo.
Un poco más yo.
Y así las noches pasan.
Mientras me peleo por aceptar la realidad o escapar de ella.
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