En la (casi)treintena se pone de moda el accesorio eterno.
La nostalgia.
Se va contigo a dormir.
Te levantan las canciones.
No volverás a ver lo que conociste.
Pero una parte queda enterrada.
Esperando.
Y todo se diluye.
Y con el púrpura en los labios sabe mejor.
O al menos, sabe lo suficiente.
Para lo insípida que te has vuelto.
Te comen en tres segundos.
Pero no llegas todavía.
Y bajando lentamente...
Con el humo en la garganta...
Te diría mentalmente
que mi cuerpo ya no aguanta.
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