Hay cosas que no cuento, por no mancillar los restos dispersos de mi inocencia.
Y no sabría muy bien si quiero bucear tan a fondo para sacar las miserias a flote.
Me cuesta y me gusta salir de mi cueva meticulosamente ordenada.
Entre tres y cinco horas de coche, me dejan a solas con mi cerebro.
Acabo odiándome un poco a las dos horas, y recompongo la calma antes de llegar.
Me repito una a una, respirando profundamente, las virtudes bien trabajadas.
Y pienso que, la ansiedad del principio, se calmará con una cerveza o dos.
No sé cómo estar sola, me someto ante un precipicio si lo visualizo.
Pero empiezo a sospechar que nadie sabe, que todos fingen.
Disparos de palabras en el pecho.
Abrazos fundidos sin límite de tiempo, apretando.
Todo lo que quiero, es que, a veces, me quieran.
E incondicionalmente y casi siempre.
Que me dejen con ganas de querer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario