lunes, 27 de mayo de 2024

Nada es permanente, todo es para siempre.
Somos un amasijo de células con miles de pares de bases nitrogenadas con un montón de información.
Y a la vez todo lo visceral.
Puro arte, pura maquinaria.
Improvisando el guión de este tragicomedia que es la vida.
Vivir en el consciente, en el dolor y nostalgia del pasado, en las esperanzas del futuro que cada vez son más pequeñitas y nos agarramos como si nos fuese el latido del corazón en ello.
Lo humano y lo divino.
Igual de únicos, ya lo he dicho muchas veces.
Me leo hace años y todo esto ya asomaba, ya latía, ya sangraba.
Me reconozco en cosas y me sorprendo en otras.
Me vuelvo orgullosa y humilde, con ganas de cometer errores cada vez más comedidos.
Todo eso que te decían de la edad no lo entendía bien.
Y lo que queda por entender.
Por fingir, por celebrar.
Bailemos otra vez.
Ya no voy a decirme que soy un monstruo.
Basta.
No tenían razón.
Lo hiciste lo mejor que pudiste.
Y te equivocaste lo mejor que pudiste.
Escucha a los demás sin dejar que te callen.
No pidas permiso para llorar.
Ni para aislarte, ni para decir que no puedes más.
Y achucha.
Por si acaso.

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